Tomado de www.lajiribilla.cu
La coreógrafa Annabelle López Ocha estrenó Reversible, con Danza Contemporánea de
Cuba, una obra donde hombres y mujeres desbordan sensualidad para conquistarse.
Aquí revela detalles del proceso de montaje.
¿Qué caminos te
trajeron a Cuba?
Empecé a bailar a los ocho años y me fui, a los 11, a una
escuela profesional para ser bailarina. Allí descubrí la coreografía, supe que
quería ser coreógrafa y no bailarina, pero tuve que tener paciencia. Bailé por
12 años en cuatro compañías del mundo, desde los 18 hasta los 30, en que decidí
hacer vida de coreógrafa, que es muy insegura, no decides quién te invita a
trabajar, alguien decide si tienes un poco de talento. Mi carrera de coreógrafa
se desarrolló primero en Holanda, el país donde vivo, y luego de dos o tres
años de trabajo allí empecé a ser
conocida internacionalmente. Mi padre es colombiano y mi madre es belga, crecí
en francés y mi lengua de trabajo es el inglés, el país donde vivo habla belga,
mi sueño era aprender el español.
Hace tres años me invitaron a visitar Colombia, me encantó
ir a hacer una coreografía a un país latinoamericano, también iba a acercarme a
mis raíces. Desde ese momento, cada vez que me invitan a trabajar a un país
latinoamericano digo que sí. Así fue el encuentro con Cuba. Gané un premio en
Londres, con Un tranvía llamado deseo,
en 2012. Los amigos británicos del Ballet Nacional de Cuba me peguntaron si
querría venir a Cuba a trabajar con ellos y dije sí, para aprender español.
Nunca imaginé venir a Cuba a trabajar con la compañía de Alicia Alonso. Con
Danza Contemporánea de Cuba me encontré en el Festival de Ballet de Cali. Vi a
la compañía y Miguel Iglesias, el director, vio dos trabajos míos. Todo fue muy
rápido. En marzo no los conocía y ahora estoy aquí.
¿Por qué trabajas con
compañías diferentes? ¿Por qué no formas tu propia agrupación?
Lo que mueve mi imaginación, mi creatividad es el hecho de
adaptarme a una situación, a una cultura, a un país, a gente que no conozco.
Trabajar con desconocidos me obliga a ser muy pura en mis decisiones, me obliga
a confiar en mi intuición, todos mis sentidos están abiertos para saber quiénes
son. No sé si pudiera ser tan creativa trabajando solamente para una compañía.
Me gusta sentirme en desequilibrio, prefiero no conocer la política interna de
la compañía, no conocer a la gente con la que trabajo.
Has trabajado con la
escuela cubana de ballet y con el estilo cubano de danza moderna
Tengo formación clásica pero nunca bailé en una compañía
clásica, conozco mejor el lenguaje de la danza contemporánea, me siento más
cómoda en ese idioma. El clásico es un estilo que yo no puedo desarrollar, es muy lindo y muy puro, el contemporáneo es
más humano, trabaja en el piso, es más animal. Son estilos distintos y tengo
una apreciación distinta de cada uno, pero ya le dije: me gusta adaptarme
cuando no conozco algo.
¿Llegaste con una
idea preconcebida o te dejaste llevar por los bailarines?
Era la tercera vez que venía a Cuba. Había observado su
cultura, lo que es posible observar en cuatro o cinco semanas, que no se
aprende mucho. Me llamó la atención que se ostenta la feminidad, se ostenta la
masculinidad, eso no ocurre en mi cultura, y quise hacer algo sobre el tema,
que es universal, pero en Cuba siempre hay una lucha entre esos dos géneros,
cada uno quiere seducir al otro. Observaba el cuerpo de la mujer y lo que se ve
es la cadera, del hombre se nota más el torso. Pensé que si la mujer se ponía
el pantalón podría mover mejor la cadera, y si el torso del hombre se desnudaba
podría hablar mejor con su torso, podría llevar la falda sin ser femenino. Creo
que Danza Contemporánea de Cuba podría traducir ese tema mejor que cualquier
otra compañía.
¿Les propusiste un
nuevo sistema de trabajo?
Yo usé el ritmo de trabajo que ellos tienen, que entrenan
cada día con ritmos afrocubanos y hacen
giros muy acrobáticos, lo mezclé con mis gustos, mi manierismo, es una mezcla
de su energía con la mía, espero que el público lo vea desde esa perspectiva.
Soy coreógrafa femenina, soy un poco más dulce que otros, y hay un espacio en
la obra para cosas más sensuales. Por eso quería hacer esto, que la voz
femenina de una mujer se tradujera por
el grupo sin reducir la creatividad de
la mujer.
En la banda sonora
hay mucha percusión
Me gustaba la idea de un ritual que hombres y mujeres
ofrecen a Adán y Eva, de que latiera el peligro, eran como animales que se
quieren, pero se repelen. Quería darle un
tono teatral con la bachata. Quería una música de mucha fuerza para el
momento en que los grupos se mezclan y no hay mujer u hombre. Al final hay una
guitarra de flamenco, se unen las almas y no hay más grupo. Si dejamos las
diferencias de género y los egos todos seremos iguales. Así hice el viaje
musical.
¿Qué queda de esta
experiencia?
Estoy muy agradecida de la oportunidad que me han dado para
trabajar con esta compañía, que tiene bailarines increíbles, con mucha energía,
con mucha generosidad en cuanto a lo que te dan en el salón y en el escenario.
Estoy muy agradecida.
La he visto
corrigiendo detalles minutos antes del estreno. ¿Cuándo termina el proceso?
Nunca, ese trabajo continúa. Como persona estoy creciendo,
estoy cambiando, así sucede con mi trabajo. Hice el trabajo en tres semanas, un
tiempo muy corto, siempre habrá algo que corregir, que enmendar. Ya sé que no
será perfecto, pero intento traducir el tema de la mejor manera. Nunca estoy
lista, porque la opinión sobre mi obra también va cambiando.
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