Por Mercedes
Borges Bartutis
Tomado de www.lajiribilla.cu
Pero, en
verdad, se han perdido las temporadas de danza contemporánea en este país, y
con ellas el hábito de un público que se confunde ante la cantidad de nombres
de compañías casi inexistentes, acomodadas bajo el amparo institucional.
Es cierto
que el teatro es beneficiado por una programación más amplia, pero la danza ha
dejado de luchar, ha perdido el empuje, y solo “Los días de la danza” y algunos
espacios que muestran una presencia más permanente, como es el caso de Las
Carolinas, logran visibilizar lo que sucede con parte de la creación en el
país.
Varios entraron con nuevas propuestas y se agotaron rápido. Así tenemos el caso de Tangin Fong, ex bailarín de Danza Contemporánea de Cuba y su proyecto Corpus, Espíritu, Alma; una propuesta que comenzó tanteando el azar con obras en espacios no convencionales como azoteas, aunque también presentó programas con características más formales en salas teatrales. A esto se suma el caso, en Cienfuegos, de un pequeño grupo que bajo el nombre de Oxígeno y comandado por el actor Luis Manuel de Armas, mostró una suerte de amalgama donde se mezclaba el ballet neoclásico con la danza teatro, todo esto ataviado con frustraciones humanas y problemas existenciales en sus más diversas expresiones.
Por su parte, en Danza Contemporánea de Cuba se abrió un espacio para quienes llegaban de la Escuela Nacional de Danza con inquietudes coreográficas. Osnel Delgado, Julio César Iglesias, Michel Ávalos, o George Céspedes, por solo citar algunos nombres, comenzaron a probar sus ideas en los cuerpos de sus compañeros, y aunque no todos tenían la oportunidad de llevar sus obras al repertorio de la compañía, se demostró que había una inquietud creativa en un grupo grande de jóvenes, que fundaron un espacio bajo el nombre de Inventario, que lamentablemente desapareció y sus protagonistas se disgregaron. Ahora, ha sido retomado por Osnel Delgado y su proyecto MalPaso, solo que no logra tener la fuerza de otro momento, cuando reunía a un grupo grande de seguidores en los salones de Danza Contemporánea de Cuba.
De estos nombres algunos se mantienen creando: George Céspedes, con su actual grupo Los hijos del director, y Osnel Delgado con MalPaso, cubren una zona de la creación joven totalmente apegada a lo físico, exigiendo “derroche técnico” de bailarines muy bien entrenados; y aunque en el caso de George, por ejemplo, ha echado mano a intérpretes procedentes de otras manifestaciones del arte, el resultado de su propuesta continúa siendo un espectáculo donde la corporalidad es la columna vertebral, apegado a sus creaciones de gran formato en Danza Contemporánea de Cuba.
Desde otro ángulo del asunto, Osnel Delgado mantiene una idea coreográfica sobre la base de una estrategia formal. Este autor ha sido consecuente con su línea de creación, a pesar de que en sus inicios se vislumbraba una ruptura con el movimiento manido de la coreografía cubana de la última década.
De Julio César Iglesias llegaron algunos títulos como Quisiera ser tu perro o Restaurante El paso, que anunciaban una búsqueda en los problemas y la enajenación de la vida cotidiana, búsqueda que proporcionó un material diferente a lo mostrado por Danza Contemporánea de Cuba, en ese momento. Julio César se radicó en Europa hace algunos años, y aunque ha regresado puntualmente para estrenar en temporadas de la compañía, su propuesta actual se ha divorciado radicalmente de aquellos primeros intentos.
La
experiencia del proyecto Todo x Uno que se presentó en la sala Raquel Revuelta durante “Los Días de la
Danza” de 2013, incluyó solos apenas vistos en los escenarios cubanos. Fue el
caso de Abel Berenguer, ex integrante de DanzAbierta, que mostró Instinto de
conservación, título que hurgaba en el sentido casi autodestructivo que
posee el bailarín de cuidar y, a la vez, mutilar su cuerpo, planteando y
resolviendo problemas desde la propia danza.
En una
dirección diferente aparecieron Isvel Bello y Gabriela Burdsall. Isvel presentó
Tokonoma, pieza inspirada en un texto de José Lezama Lima. En esta
propuesta, en un pequeño espacio y sobre una banda sonora electrónica, se
mezclaban sonidos de un mundo virtual con un discurso pronunciado íntegramente
en alemán. Isvel lograba con esta obra un trayecto muy particular con el mínimo
de recursos materiales.
Por su
parte, Gabriela Burdsall, integrante de Danza Contemporánea de Cuba, propuso Medea
Reload, investigación que tuvo sus inicios con otro nombre en un trabajo
tentativo para el Concurso de Jóvenes Coreógrafos “Impulsos” y que luego tomó
mayor fuerza, al unirse al dramaturgo Maikel Rodríguez, para ofrecer una
primera edición de esta pesquisa, que continúa mutando en cada presentación
tanto para la escena como para el audiovisual.
En este último apartado
Gabriela, unida al experimentado Adolfo Izquierdo, fundador junto a Lorna
Burdsall del proyecto AsíSomos, han logrado una serie de piezas que encabezan
un interesante y amplio repertorio de trabajos que hacen del video-danza
nacional, la zona más atractiva del arte del movimiento, que circula hoy por
hoy en el ambiente danzario del país.
También
dentro de este programa de Todo x Uno apareció Sandra Ramy, una coreógrafa con
más experiencia que ha tenido como prácticas anteriores los grupos Danza Teatro
Retazos y Teatro El Público, entre otros. Sandra se presenta actualmente con su
Colectivo Persona. La propuesta de esta creadora va desde obras como Mi
trabajo es usted, autorretrato que articula movimiento, texto, música
original y elementos audiovisuales, hasta ¿De qué está hecha tu casa?,
un ejercicio que mezcló bailarines de experiencia con niños de la Escuela
Provincial de Danza Alejo Carpentier, en un acto novedoso para los escenarios
cubanos.
Con el
nombre de Ad Libitum, el ecléctico y singular Yanosky Suárez, ha consolidado un
punto de creación diferente en la ciudad de Santiago de Cuba, donde parece ser
un electrón perdido. Sin embargo, su obra ha circulado con éxito tanto en Cuba
como en el extranjero. Casi siempre trabajando en solitario con títulos como Geisha,
una rara visión de pocos minutos que siempre llama la atención de los
espectadores.
En Guantánamo,
Joel González, ha dejado de ser un desconocido para convertirse en el líder de
la coreografía en esa región del país. Aún siendo integrante de Danza Libre,
Yoel obtuvo varios premios en concursos realizados en Cuba, estrategia que lo
catapultó para finalmente concretar su proyecto Médula, iniciativa que comenzó
con el esfuerzo de muchos y que ahora se resume en el nombre de este creador.
Joel tiene propuestas que suelen ser exploradoras, mezclando lenguajes
diversos. Sin embargo, el resultado aún tiene el sabor de lo improvisado, donde
la utilización de la voz y otros elementos, no logran una terminación elegante.
Otros
nombres como los de Luvien Mederos, Eugenio Ruiz, Miguel Azcue, Esteban Aguilar
y Norge Cedeño, pueden y deben incluirse en esta lista, que intenta un
acercamiento a una zona poco visitada de la danza cubana. Con ellos quedo en
deuda, ya que también aportan otros títulos con características bien diferentes.
Son, en definitiva, cuentas pendientes de investigadores, críticos y periodistas,
que insisten en mirar la danza desde arriba, sin acercarse a los procesos de
creación y, en muchos casos, sin asistir al menos a las pocas funciones que
logran colocar estos autores, en la cartelera de la danza cubana.
Nota: Texto
presentado en el evento teórico “Pensar la danza” celebrado en el contexto del
Festival Habana Vieja: Ciudad en Movimiento, durante el 15 y el 19 de abril de
2015.
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