miércoles, 31 de diciembre de 2014

Final de un performance anunciado

Por Rosa Ileana Boudet
Tomado del Blog Lanzar la flechabien lejos

Nadie quiere que la performance anunciada termine así ni nadie quiere la cárcel ni la "desaparición" de Tania Bruguera ni  ninguno de sus acompañantes. Espero que Tania aparezca sana y salva. Espero que siga haciendo su obra en La Habana y en Chicago y en todas  partes y tenga bríos para  continuar.

Espero que en lugar de aguarle la fiesta a millones de cubanos para los que se abre una luz después del túnel, se medite en cuáles son las responsabilidades de unos y otros en un momento tan frágil, cuando  las miradas están puestas en la reacción de un pequeño país y la madurez de sus habitantes, a los que no importa no sólo el susurro, el grito de Tatlin o el micrófono abierto, sino la apertura en todos los órdenes de la vida. Pero sobre todo, la libertad de hacer lo que decidan sin que nadie desde Chicago o cualquier otro centro de poder, coloque por ellos y en su nombre un altoparlante o un lienzo o una bandera que bastantes imposiciones ha padecido. Y aunque Tania se coloca en La Habana, viene de  Roma, Chicago o París.

Su basamento conceptual parecía endeble, sobre todo cuando se mostraba un podio de escuelita detrás de unas banderas lánguidas como el nuevo escenario de la libertad. ¿Es desde las ruinas de esa iconografía que se perfila una imagen de futuro? No lo creo. Ahora proponía resemantizar la plaza de la Revolución.

Las generaciones de los últimos años son muy imprevisibles pero no me imagino a un rapero, a un actor de los novísimos, a ninguno de los jóvenes que conozco –de lejos– entusiasmado en arrimarse al podio fosilizado  y hablar desde allí de sus necesidades. No me refiero a los cuarentones de la edad de Tania sino a los de veinte y treinta años. Tienen sus espacios y van a conquistar por ley de la vida todos los espacios. Pero no es la primera vez que me equivoco. Por otra, ¿qué se puede decir en un minuto? Quizás muchísimo. Pero el performance olía a viejo, como truquero y de golpe bajo su performance en Colombia, que por cierto defraudó a muchos allí que lo han contado y le hizo un flaco favor al Instituto de Performance. Pero era arte y como arte se discutió, igual que su ruleta rusa –con  bala de verdad– es escalofriante y aunque merece  mis respetos, la vida de Tania vale más que su performance, que todos los performances y en eso se me parece una hijita de papá, bastante confundida. Nada justifica, sin embargo, la cárcel para impedir su celebración.

Si Tania llega por la vía del arte, acepta otro lugar con menos carga histórica. En Los Angeles, el Occupy Movement en el que se inspira su movimiento de activismo, no pudo "ocupar" los espacios del gobierno local aunque lo intentó porque las sociedades protegen sus monumentos y aunque a mí me hubiese gustado que le dieran el permiso a ambos, no se los dieron, y para realizar los performances anunciados, que el happening ocurre, hacen falta permisos,  pactos y negociaciones. Si aceptas negociar y no negocias, es preferible que Tania hubiese dicho "suspendido, aplazado", el país no está listo ni sus artistas para aceptarme y hubiese sido una heroína por intentarlo.  Pero si tiene detrás un circo, la misma prensa, acólitos y muchos  bien intencionados que defienden la libertad de expresión, no sabe qué hacer, nadie sabe qué hacer y se hace lo peor, se reprime.

Una vez escribí sobre la ligereza con la que un término del teatro se usa para la política, sats. El uso y no a la reapropiación. Ahora el espacio del performance –que tantos han ennoblecido y cultivado– se convierte en una barricada defendida desde la Torre de la Libertad de Miami donde una mayoría desaprobaría que algo semejante hiriese a sus políticos o a sus electores y el último lugar –dicho por la propia Tania en Colombia– con el que hubiese querido asociarse. Pero se ha asociado sin querer o queriendo con los que ante la sola posibilidad de un cambio, ven perjudicados sus intereses e intentan lastimar el camino sin haber comenzado.


Espero un final feliz para Tania.


martes, 30 de diciembre de 2014

Fe y supervivencia: de El Tío Vania a Rent, una mirada al año en nuestros escenarios

Por Norge Espinosa Mendosa

Ha resultado una oportunidad extraordinaria el que coincida el estreno en La Habana de Rent, la primera coproducción completa entre un equipo proveniente de Broadway y artistas nuestros, con el anuncio de las nuevas relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos de América. La realidad imita al arte, decía Oscar Wilde, y a veces esa idea suya parece encarnar ante nosotros. Lo que comenzara en el 2011, con la presentación en el Festival de Teatro de La Habana del espectáculo concierto Embajadores de Broadway, se ha dilatado hasta llegar hoy a este espectáculo, que significa una nueva demanda hacia el teatro musical en Cuba, sus espectadores, sus críticos y también su inmediato futuro.

Robert Neederlander, principal ejecutivo de la Neederlander Worlwide Entertainment, confía en Cuba como una plaza potencial para este tipo de proyectos conjuntos. Apostó por ello desde aquel suceso que trajo hace tres años a La Habana, y sobre el cual escribí una reseña titulada “Step by step”. Paso a paso, así ha ido creciendo esta colaboración con el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, que ha sido un trabajo progresivo, a la búsqueda de las mejores condiciones técnicas y artísticas que demanda una entrega de alto vuelo, como debe ser el teatro musical.

A la cabeza del equipo está Andy Senior Jr., en quien se ha confiado para montar Rent en varias ciudades del mundo, y que fuera parte del elenco de esta pieza, concebida por Jonathan Larson en 1996, y que desde su estreno le ha dado la vuelta al planeta. Imaginada como un tributo a La Bohème, de Puccini, nos presenta una Navidad en Nueva York a inicios de la década del 90, y sus protagonistas son jóvenes bohemios que aspiran a triunfar en la Gran Manzana gracias a sus talentos. La escasez de dinero y oportunidades, el Sida como un peligro acechante, las relaciones de amor y las pérdidas, conforman la trama de este título que en realidad es una celebración a la vida, y que ganó en su momento premios tan importantes como el Tony, el Drama Desk Award y el Pulitzer. Ahora, Rent llega a Cuba, con su sonoridad rockera y contemporánea, como resultado de un enorme empeño que aspira a ser un punto de giro en el desarrollo del teatro musical en la Isla. Pero sobre eso volveré en los párrafos finales.

El 2014, este año que concluye con el estreno de Rent, cuya temporada se prolongará hasta fines de marzo, ha sido un período de calidad inestable para la escena cubana. Si bien hemos tenido espectáculos tan válidos como El tío Vania, estrenado por Carlos Celdrán con Argos Teatro, y noticias constantes acerca de cómo Teatro de las Estaciones ha celebrado sus dos décadas de intenso laboreo, lo que ha incluido el estreno de dos excelentes puestas en escena a cargo de esta compañía, el resto de la producción nacional no ha sido tan alentadora.

El bicentenario de la Avellaneda nos movilizó hacia Camagüey, y puso ante el público espectáculos de calidades diversas. Entre ellos, vale destacar El millonario y la maleta, a cargo de Teatro del Viento, que en la ciudad natal de La Peregrina le hizo honores con dignidad. Y quiero saludar el trabajo actoral de Gina Caro, quien pudo estrenar finalmente el monólogo que Gerardo Fulleda León (merecedor del Premio Nacional de Teatro junto a Nicolás Dorr) concibió como tributo a la célebre poetisa: La pasión desobediente. Este acontecimiento nos hizo repensar cuán poco vemos en escena a nuestros clásicos, y qué poco preparados estamos para traerlos a nuestra contemporaneidad más allá de estas fechas tan formales.

El Festival de Teatro de Camagüey tuvo a la Avellaneda como centro, y logros más, logros menos, dejó ver una imagen bastante fiel de lo que hay ahora mismo en la escena nacional. Y también, de lo que nos falta. Eventos importantes fueron, además, las nuevas ediciones del Taller Internacional de Títeres de Matanzas y el Mayo Teatral de Casa de las Américas.

En el primero, a veinte años de su convocatoria inicial, se puede percibir la savia de lo recogido mediante el aprendizaje con maestros y maneras de hacer que vienen desde muchos lugares a plantearnos nuevas interrogantes. Amén de ello, se celebró por vez primera en Cuba un Consejo Mundial de la UNIMA, paralelamente.

En el segundo, se acogió a figuras y grupos que manifiestan preocupaciones comunes, sobre el devenir de la especie en un contexto donde lo político, lo existencial y la sobrevivencia son elementos primordiales. De su muestra internacional saludé a los mexicanos de El automóvil gris, y a los dominicanos a quienes guía la coreógrafa cubana Marianela Boán, con Sed. No pude ver otras zonas de su curaduría, lamentablemente. Ojalá la próxima edición renueve el panorama con propuestas que sin necesidad de repetir a grupos de poéticas ya muy conocidas entre nosotros, mantenga el interés por una cita que ya es cardinal en nuestro contexto y que nos ha mantenido al tanto de lo más inquieto y provocador de lo que algunos líderes activan en nuestro continente.

De lo visto en el año recomiendo espectáculos como La muchachita del mar, del proyecto cienfueguero Retablos. OGris, de Teatro Tuyo, dirigido por Ernesto Parra en Las Tunas. Propuestas que intentan acercar al niño a otras maneras de hacer, desde los títeres o el trabajo de clown, y que aspiran a respuestas menos obvias por parte de la audiencia.

La generación de los novísimos ganó controversias con el montaje de Aleja a tus hijos del alcohol, sobre texto de Rogelio Orizondo y dirección de José Ramón Hernández, un trabajo útil en tanto sirve para complementar la visión que sobre otro título del mismo dramaturgo hiciera Carlos Díaz con Antigonón, un contingente épico, que alcanzara sus cien funciones en este 2014. La estructura de collage, la irreverencia y el desparpajo, el lenguaje soez, la fábula fragmentada, son recursos que ya empiezan a demandar otros tratamientos. El espectador puede estar ya acostumbrándose a lo que en primer momento quiso ser una bofetada en su rostro, y la repetición de lo mismo no siempre invita a poner la otra mejilla. El interés, pese a ello, que estos nuevos talentos tienen a su favor, no decae. Falta ahora ver adónde nos llevarán con tales provocaciones.

Con El paseo irrepresentable de Buster Keaton, para adultos, y con Cuento de amor en un barrio barroco, para niños, o mejor, público familiar, Teatro de las Estaciones demostró que 20 años no son nada. O mucho, pues en el caso de latrouppe dirigida por Rubén Darío Salazar y acompañada siempre por el lujo creativo que aporta un diseñador como Zenén Calero, este ha sido un tiempo de espectáculos memorables, talleres, investigación profunda, exposiciones, libros, acciones múltiples en pro del teatro de figuras nacional. Acompañar a esta agrupación por dos décadas ha sido un aprendizaje constante, para sus integrantes y para su público, y una demanda de respeto imprescindible hacia una expresión que en Matanzas ellos defienden con la misma calidad y constancia con la que podrían hacerlo en cualquier capital del mundo.

Un regalo insólito fueron las dos funciones que, en agosto, nos ofreció The Globe Theater, la compañía británica que va ahora mismo por el mundo presentando una producción de Hamlet para celebrar el 450 aniversario del nacimiento de Shakespeare. El Teatro Mella se colmó durante las representaciones que nos hicieron oír en su idioma original los famosos parlamentos del atormentado príncipe.

Antes de que ello ocurriera, en junio, se presentó a manera de workshop, en la Avenida del Puerto, una puesta de teatro musical a partir de Carmen Jones dirigida por Christopher Renshaw, que traía a ambiente cubano la conocida trama, que combinó a artistas cubanos con un equipo que desde Broadway y Europa apostaba por un acontecimiento, calentando de algún modo la atmósfera para que llegáramos al suceso que comenté al inicio de estas líneas.

También regresó a la Isla una compañía tan respetada como La Candelaria, de Colombia, con su espectáculoSoma Mnemosine, que revisa la órbita del propio grupo a través de un tratamiento experimental de la dramaturgia y el uso del espacio.

El Festival de Ballet, dedicado sorprendentemente también a Shakespeare, trajo algunas presencias internacionales de valía, repitió mucho de lo ya visto, abrió un breve espacio de homenaje al gran maestro que fue Fernando Alonso, e incluyó una muestra de sus talleres de creación en los que habrá que tener más fe. Enero nos permitirá presenciar cómo la Escuela de esta expresión recibe el nombre de Fernando Alonso, en un acto de justicia que confirma la propuesta que hiciera una de sus más relevantes discípulas durante el Congreso de la Uneac.

Podría añadir otros montajes a esta relación, pero al menos desde mi perspectiva de espectador, esos son los más relevantes. Había valores atendibles en La panza del caimán, de Teatro del Espacio Interior; Aventura en Pueblo Chiflado, de Los Cuenteros; y en ¿De qué está hecha tu casa?, coreografiado por Sandra Ramy para su proyecto Persona. Y creo que con Shango de Ima, sobre texto de Pepe Carril, Teatro de las Olas llegó a la Segunda Bacanal del Títere para Adultos con un empeño que les exige más y los enfrenta a nuevas demandas.

Pero también lamento la descaracterización que siguen sufriendo algunas de nuestras salas, la inestabilidad en los repertorios y carteleras de varios grupos de pasado glorioso y actualidad penosa, la demora en la aparición de publicaciones especializadas, amén del fallecimiento de figuras que, como Iván Tenorio, dejaron una estela digna de investigación más profunda. Seguir rescatando la frágil memoria del teatro cubano es una misión que se retarda. Espero no llegue el día en que solo nos quede lamentar la pérdida de cosas ya irrecuperables.

El 2015 traerá al país otra oleada de cambios. La escena de la Isla, la de sus escenarios y la de más allá de ese límite, tendrá que cambiar también. Las regulaciones económicas, las aperturas que se avecinan, no dejarán de influir en todo lo que vivimos, y el teatro no puede estar de espaldas a ello.

A nombre del teatro cubano siguen existiendo grupos que ya no producen obras de calidad, a ratos de ni siquiera medianos logros, que perviven azarosamente, sin aportar estímulos que justifiquen sus presencias. Los maestros van cediendo, por vía natural, su terreno a otros herederos, conscientes o no del legado que deberían redimensionar hacia otros niveles y discusiones. El ruido de luchas generacionales, de intereses que no siempre son teatrales aunque utilicen al escenario como territorio de visibilidad, la influencia forzada de tendencias y nombres extranjeros, así como el dilema de la formación profesional de nuestros artistas, son puntos a debatir en escalas aún más arduas.

Daremos inicio a ese año con las Jornadas Villanueva, con la entrega del Premio Nacional de Teatro, y algunos nos iremos a Matanzas a celebrar el 90 Estorinos, evento que por desgracia no contará con la presencia de su inolvidable protagonista. Pero quizás el 2015 ya empezó, con su carga de fe y supervivencias, con la exigencia a la crítica a ser voz y parte de este lidiar permanente. Es lo que sospecho, tras haber visto la primera representación de Rent.

La puesta cubana del famoso musical dice mucho de lo que tenemos y de lo que nos falta. Habla del enorme talento en potencia que tenemos, y del cual se extrajeron los 22 nombres que integran el elenco, así de cómo ese mismo talento debe ser entrenado, educado, para que pueda asumir el nivel riguroso que el espectáculo escénico exige hoy a sus profesionales sin que decaigan las fuerzas o se note un desbalance entre el canto, la actuación y el baile. Habla de las necesidades imperiosas de crear estructuras de producción y administración que promuevan a verdaderos especialistas en sonido, tecnología y aparataje teatral. De las nuevas fórmulas de pago que habrá que implementar para contar con música en vivo en producciones como estas. De otras maneras de promover y promocionar los espectáculos a fin de que el público entienda y pague exactamente por el standard de lo que se le ofrece, ya que este es un tipo de creación inevitablemente costosa.

Creo que Rent es un buen punto de partida para todo ello. Y que sus creadores están conscientes de lo que debe venir como próximo paso. Andy Senior volverá a Cuba para impartir un taller que servirá para perfeccionar el trabajo actoral en esta especialidad, cuestión imperiosa para dar más balance y equilibrio a lo que está ahora mismo en escena. La producción, que repite la puesta de Broadway, necesita que sus actores y actrices den un tono propio y genuino a sus personajes, sin desatender el canto y otras demandas, en una obra que se extiende por casi tres horas y donde el diálogo es mínimo. La calidad del sonido es ahora el talón de Aquiles de la propuesta, y habrá que luchar con ello hasta que no tengamos en Cuba el equipamiento que permitirá mejoras al respecto.

Los espectadores que acudan a la sala Tito Junco encontrarán voces entrenadas como las de Laritza Pulido y Luis Alberto Aguirre, provenientes de la escuela lírica, junto a otras que por vez primera se enfrentan a un reto como este. O figuras que, como Yaité Ruiz, asume el papel de Maureen (estrenado por Idina Menzel) aprovechando su garra actoral. Quiero saludar y recomendar, en particular, el desempeño de Josep Rafael Puentes, como Roger, personaje con el cual da un giro radical a su carrera y sobre el cual descansa mucho del éxito por venir de esta temporada.

Para el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, para el equipo cubano-norteamericano implicado en este espectáculo, la experiencia ha sido grande y agotadora. Quedan por delante los tres meses de temporada, y es necesario que el público acoja a esta producción, como ha sucedido con Rent en tantos lugares del mundo. Tendrá que luchar con los obstáculos de todo lo incipiente (y otros, como una traducción que creo arrebata al original mucho de su sentido del humor), y aferrarse a eso que mencionaba más arriba: la fe y la supervivencia que son caras a cualquier proyecto teatral. Son los mismos elementos que los protagonistas de Rent tienen como garantía para seguir adelante. Las representaciones confirmarán quiénes darán lo mejor de sí, lograrán superarse o no, y con quiénes podría conformarse una compañía cubana que continúe esta senda.

Hay un elemento conmovedor en todo lo que representa Rent, y es ese anhelo de vencer distancias, carencias, retos, para entregar al público cubano algo que reconecta parte de nuestra tradición (la casi perdida y fragmentada historia de nuestro teatro musical, tan olvidada y desatendida como para que nuestra prensa afirme que este es el primer título de Broadway que se presenta aquí tras casi medio siglo), con la posibilidad de hacerlo mucho más nítido y mejor en el futuro.

Teatro musical hubo en Cuba desde los bufos, la esencia melódica del Teatro Alhambra es innegable, el Teatro Musical de La Habana y otros creadores nos dieron títulos criollos y foráneos como Irma la Dulce, Tía Mame, Hello, Dolly!, My Fair Lady, Un día en el solar, Pedro Navajas, El apartamento, Las vacas gordas, Donde crezca el amor, Grease,El amor no es un sueño de verano, Cabaret, Chicago, etc. La intermitencia del género, el desprecio del que ha sido objeto, la imposibilidad de asumir con nuestras estrecheces una expresión que para ser efectiva hoy requiere de cifras millonarias, ha desfigurado mucho de lo que el musical debería ser entre nosotros.

Gracias a este contacto, ahora podremos tener otros referentes, con actores y actrices cantando en vivo, acompañados debidamente, y con la asesoría profesional que viene directamente desde el sitio del mundo donde mejor se hace el género. Ojalá sepamos mantener esta conversación que a la larga sería provechosa, y no solo para el devenir del musical en Cuba. Por ello agradezco a Robert Neederlander y a su equipo de técnicos y creadores, que apostaron por este país y están pensando ya en cosas mayores. Creo sinceramente que todo el que se interese debe ir a ver Rent. Lo discutiremos y lo aplaudiremos. Marca una señal que servirá de referencia para extraer lo más provechoso y dejar a un lado atavismos o convenciones que no serían ya fructíferas.

Todo eso se avecina en el 2015. Hay que pensar ya en todo ello, y en cómo replantearse el sistema total de nuestra cultura, porque el país está de lleno en tal búsqueda, y nadie debería dejar de participar en ella. Ninguna oportunidad debe ser desperdiciada, si en ello va algún síntoma de vida. Como dice una de las más famosas líneas de Rent: “No day but today”. No hay más día que este. Y con ese impulso es que debemos continuar. Hacia los teatros, y a tantas otras cosas.


martes, 16 de diciembre de 2014

TRES PASEOS LORQUIANOS CON TEATRO DE LAS ESTACIONES*

Por Norge Espinosa Mendoza

A 20 años de su fundación, Teatro de las Estaciones ha regresado a Federico García Lorca. No mucho después del nacimiento de este grupo, que ya sabemos esencial para entender la escena cubana contemporánea, el nombre del granadino se vinculaba a su repertorio, con esa pieza reinventada desde el color propio del grupo naciente que era La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón. De aquel texto que se creyó perdido, vino el impulso para traer a Lorca nuevamente a esta Isla que lo deslumbró, y que en aquellos días de 1930 en que nos visitara, le devolvió ánimo y fuerza de vida, tras los sombríos pasajes que experimentó en su estancia norteamericana. Rubén Darío Salazar y Zenén Calero se confabularon para que Federico “olvidara” en el puerto su maleta, dentro de la cual un marinero encontraba las figuras y los cantos de esa fábula sencilla, que el poeta representó para gozo de su hermana Isabel, el 6 de enero de 1923. La ocasión fue esplendorosa, porque a la gracia de Federico se unieron los títeres diseñados por Hermenegildo Lanz y una pequeña orquesta dirigida nada menos que por Manuel de Falla. El eco de esa festividad, de aquel Día de Reyes luminoso en Granada, impulsó a los artistas cubanos, que han corrido medio mundo con las andanzas y amoríos de la Niña Niña y se han regalado gustos tan grandes como el representar esta versión en la casa misma donde Lorca viviera.

Quien haya visto ese unipersonal, a lo largo de estos años en que Rubén Darío Salazar ha acumulado más de cien funciones del mismo, recordará cómo ha ido creciendo, a partir del germen que es el texto lorquiano, para convertirse en una celebración del arte titiritero. Poesía, romanzas, música, juego con el títere y con los espectadores que se ven de pronto en la escena vistiendo a los muñecos o incluso oficiando en la boda de los mismos, son instantes de esa manera en la cual Teatro de las Estaciones rinde un tributo fundamentalmente lúdico a un ser genial, cuya muerte no será nunca bien lamentada, y de cuyo misterio, de ese contraste de luz y penumbra que Federico llevó consigo, nos alimentamos los teatristas de manera persistente. En Cuba, donde el culto lorquiano no cesa, donde siguen repitiéndose leyendas urbanas acerca de su paso entre nosotros, desde las más sutiles y elegantes hasta las más tremendas y aun grotescas (como la del famoso mordisco que propinó a un mocetón en el Bar Dos Hermanos Porfirio Barba Jacob, allí sentado junto a Lorca y Luis Cardoza y Aragón), la presencia del autor de Bodas de sangre y El Público funciona como una esencia compartida, como una manera de entender y aprender lo hispano sin límites que no provengan de la pasión misma. Lorca, entre nosotros, ha sobrevivido a buenos y malos espectáculos, a silencios y homenajes sombríos, para siempre reverdecer de la mano de quienes van al fondo de su secreto, y sacan de él los gestos más provechosos de sus páginas, los parlamentos más sonoros, las claves de una personalidad que por encima de lugares comunes y máscaras vacías, sigue seduciéndonos. Mucho de seducción hay en La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón. Sospecho que Rubén Darío Salazar seguirá representándolo hasta que ya no le queden fuerzas.

En el año 2008, a una década del centenario del nacimiento de Lorca, Teatro de las Estaciones quiso regresar a la palabra del poeta. Cómo hacerlo, me dije, cuando recibí la invitación del grupo para ser parte de ese proyecto. Lorca es, como Dora Alonso y algunos otros grandes fantasmas, uno de los dioses tutelares de Teatro de las Estaciones. Y creí que lo mejor sería verlo a través del modo en que hemos ido más allá de sus palabras, de sus libros resabidos, de las escenas interpretadas y escuchadas una y otra vez. En 1998 se editaron en España varios tomos de su juvenilia, dejando por fin ver, en cuidadas ediciones, los papeles que el Lorca niño-adolescente firmó mucho antes de ser el autor reverenciado y popular que aparece en tantas fotos. El mundo íntimo, dolido, colmado de dudas y visiones no siempre cálidas, de ese infante recluido en el mundo rural donde la madre era el centro de todo, se transparenta en esas cuartillas. Leer los esbozos de sus primeras obras, sus poemas marcados por la lectura de los modernistas y románticos, los párrafos donde describía sus angustias primeras, me dio la clave de un espectáculo que no podía ser convencional. Porque Lorca no lo fue. Porque incluso en sus obras más socorridas, algo hay que se resiste a esas bridas. De ahí brotó Federico de noche, pequeña suite para un niño extraviado en la noche que es el claustro materno, el sueño profundo que media entre la vida y la muerte, y en el cual se anuncian los personajes, los amores, las pérdidas, el destino del poeta que será. Teatro de las Estaciones pudo haber renunciado a lo que les proponía. Pudo haber preferido armar uno de esos insufribles collages que tanto han maltratado a Lorca, pegando sin ton ni son un pedazo de Doña Rosita… a uno de La zapatera prodigiosa, un soneto del amor oscuro a un romance sonámbulo, etc., etc. Apostó sin embargo por ese laberinto de presagios que es Federico de noche, y nunca sabrán sus integrantes cuánto les agradezco ese paso de riesgo, que llegó a estrenarse en el 2009. Creo que, con ese espectáculo tan hermoso, que nos costó críticas muy parecidas a las que Lorca recibiera cuando estrenó sus primeras obras, y luego nos devolvió premios y halagos; fuimos más honestos con el Lorca que preferimos, con el Hombre Lorca, con el Misterio Federico. Y conste que ello se hizo sin usar uno solo de sus parlamentos o poemas: el texto filtraba la voz de Lorca a partir del eco que su cosmovisión dejó en nosotros. Creo que es una puesta de muchas capas, de muchos secretos aún por descubrir. Es el empeño que más me ha emocionado, de cuantos he podido levantar junto a este grupo al que tanto quiero. Y la culpa la tiene, definitivamente, Federico.

 Ahora, durante la Segunda Bacanal de Títeres para Adultos, Teatro de las Estaciones llega a La Habana con un texto que ya se vio en un festival uruguayo. Y que a 20 años de aquel comienzo, es un regreso crecido y consciente a puntos de partida que han ido asentado la poética particular de esta agrupación. Primero: el riesgo. Asumir una puesta en escena de uno de los diálogos imposibles de Lorca (El paseo de Buster Keaton, escrita en plena eclosión surrealista del autor como respuesta a los atrevimientos de Buñuel y Dalí, en 1928), es un paso arduo, que puede culminar en rápido fracaso si no ha leído cuidadosamente a este creador tan intenso, para penetrar en el hermético conjunto de imágenes veloces que componen las escasas cuartillas del original. Segundo: la mirada progresiva a la tradición. Fue esta una pieza de Lorca que estrenaron en Cuba, en 1964, los Hermanos Camejo y Pepe Carril, como parte de un programa conjunto que culminaba con el subversivo y graciosísimo Retablillo de don Cristóbal. Los espectadores se habrán quedado atónitos ante este retrato teatral de Buster Keaton, el célebre comediante norteamericano, el único que pudo rivalizar con Chaplin en su día, director de películas tan reverenciadas como La General, y capaz de sostener toda una comedia sin esbozar la más ligera sonrisa en su rostro. Si Chaplin era la poesía y la danza elevadas a una comedia humana, Buster Keaton era la risa de un mundo interior, organizada desde la contemplación concentrada del absurdo cotidiano, ante el cual tal vez ya no sabemos reaccionar. Los surrealistas lo amaron, por su capacidad de no reaccionar ante lo que otros hallaban risible o extraordinario. El cine sonoro aniquiló sus armas, pero ahora perdura en las mejores secuencias de sus filmes, y a través de textos tan insólitos como este.

Y tercero: la firmeza de cada proyecto que el grupo acomete, desde un serio trabajo de investigación y rigor conceptual. Los dos paseos anteriores por el mundo de Federico son un camino que desbroza el laberinto de este texto que ahora representan. La lectura sucesiva de lo que el granadino aportó, en sus conferencias, poemas, piezas terminadas o inconclusas, en la cosmogonía que nos legó, sostiene este espectáculo que elude al títere y se articula mediante dos actores que, en un escenario desnudo, apelan a objetos y elementos para resucitar a un Buster Keaton de clave poética. Como suele suceder con este colectivo, la lectura de la pieza a representar atrajo otros fragmentos: una conferencia de Buñuel, y otro poema de Rafael Alberti, ejemplos de cómo estos nombres de la vanguardia rindieron sus espadas ante el actor y director de Hollywood. De esos cardinales se nutre la puesta en escena, cuyo eje sigue siendo el retrato alegórico de Federico, pero que evidencia el estudio de aquella época en la cual epatar y estorbar al público acomodado y decadente era el resorte de cada batalla. El resultado se titula El irrepresentable paseo de Buster Keaton, y ya desde el rebautizo la puesta en escena juega una carta imposible: hacernos ver lo aparentemente irrepresentable. Teatro de las Estaciones, otra vez, nos convoca a saltar sobre lo aparente, sobre lo que detendría la mano de otros menos diestros en ese ir y venir sobre lo inalcanzable que es la poesía escénica.

Iván García y María Laura Germán son los actores ideales para esta propuesta. Encarnan ahora mismo ese componente que define a Teatro de las Estaciones a lo largo de su extenso repertorio: la capacidad de hilvanar no solo el trabajo de animación de figuras y la actuación sino además su conexión con la música, la danza, y otros elementos culturales en una misma y fluida línea de interpretación. Lo que en otros colectivos, por falta de entrenamiento, investigación superficial o arrogancia, falla; aquí se logra con naturalidad y sin alarde. García es, por su físico pero también por su extraordinaria capacidad de interiorización con respecto a lo poético, un Buster Keaton que rinde tributo a la imagen que Lorca saludó, pero al que dota de una contemporaneidad gestual que lo actualiza ante nosotros. María Laura, quien asume los papeles femeninos del original y otras tareas, es su partenaire y su alter ego. Puede ser la Americana y la Joven del texto pero también una fuerza que dialoga y combate al Buster Keaton con el que se atreve a jugar, para culminar esposada y entregada a esa invisible policía de Filadelfia. La complicidad y limpieza del acto que es ese juego, se ha obtenido mediante una sincronía en la que ambos actores se arriesgan y protegen el perfil del otro. El diseño de Zenén Calero, basado en tonos negros, blancos, grises y rosa, arma un mundo de fragmentos que ellos manipulan para evocar no solo las sombras del cine silente, sino la calidad nostálgica con la que ahora repasamos esas imágenes. Zapatos, reloj, maleta, fantasmas de niños-juguetes que Buster Keaton asesinará: son pedazos de ese universo evocado en el que el protagonista puede vestir una fabulosa saya iridiscente, tras bailar con su dama un vals que llega en la voz de Ana Belén y un arreglo de Michel Camilo sobre la música de Leonard Cohen para conectar ese Lorca con otros, esos sueños con los nuestros. Un estado de ánimo sostiene a la puesta: esa melancolía tan cálida que en Lorca es siempre un hallazgo memorable.

Teatro de las Estaciones ha vencido la tentación de crear un espectáculo que, a fuerza de ser experimental, resultara incomprensible. Mediante el color, la actuación, la banda sonora en la que deslumbra ese momento en el que la voz de Bárbara LLanes nos devuelve una página de Ernestina Lecuona, o la hermosa coreografía de Yadiel Durán, el montaje crea su propio sentido, establece su lógica de ganancias y pérdidas desde una coherencia que es esencialmente lírica.  El grupo ha sido fiel a la letra de, reajustándola a una manera de obrar que no lee pasivamente el texto. El tributo a los Hermanos Camejo y Carril se ha resuelto, esta vez, desde una conciencia minimalista que demuestra que el grupo no hace solo teatro de figuras, que no hace ni siquiera mucho del mejor teatro de figuras que hoy se ve en Cuba y Latinoamérica, sino Teatro. Sencillamente eso. Lorca, amado y abrazado, es también la prueba de fuego que muchos teatristas deben pasar para saberse, a la vuelta de esa iniciación, capaces de muchas otras aventuras. Los paisajes anteriores que Teatro de las Estaciones atravesó de la mano de Federico, los prepararon para esta entrega que, pareciendo menos restallante o reverenciadora, nos acercan más al corazón de ese autor que soñaba con escenarios imposibles. No han caído en la trampa ilusa de explicar el surrealismo. Lo han empleado como una vía de encuentro entre Lorca y la nueva audiencia, como una provocación más que se resuelve en gesto y poesía. Esa es la madurez que a sus 20 años nos regala Teatro de las Estaciones. El Lorca al que pueden mirar, frente a frente, ahora mismo. Es también la manera de regresar a aquel tiempo en el que con solo dos actores se dispusieron a soñar otros ámbitos. Lo que este espectáculo narra, en cierto modo, es cómo han vivido estas dos décadas de retablos y aprendizaje infinito. Y cómo los hemos vivido con ellos, en el giro que marca, sobre este tiempo, una oleada de aplausos.



martes, 2 de diciembre de 2014

Premios Villanueva 2014 en imágenes (obras cubanas)



Teatro para adultos

El Tío Vania
Del grupo Argos Teatro con dirección de Carlos Celdrán


El irrepresentable paseo de Buster Keaton
De Teatro de las Estaciones con puesta en escena de Rubén Darío Salazar



Danza

Posible Imposible, 
Coproducción  entre la compañía Memory Wax de Suecia y Danza Teatro Retazos 
 con coreografía de Miguel Azcue



Teatro de figuras  y para niños
La muchachita del mar 
Del Teatro de Títeres Retablos con dirección de Christian Medina



Cuento de amor en barrio barroco 
De Teatro de las Estaciones y dirección de Salazar


Gris 
De Teatro Tuyo con puesta en escena de Ernesto Parra







Premios Villanueva 2014 en imágenes (obras extranjeras)

Soma-Mnemosine
De Teatro La Candelaria, de Colombia


Lorca-Aleluya Erótica
De XPTO, de Brasil 


Hamlet
De Teatro El Globo, del Reino Unido


Sombrerísimo
Del Ballet Hispánico de New York, de los Estados Unidos


Tango
Del Ballet Estable del Teatro Colón, de Argentina 



lunes, 1 de diciembre de 2014

PREMIOS VILLANUEVA 2014

La Sección de Crítica e Investigación Teatral de la Asociación de Artistas Escénicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, fiel a la tradición iniciada en 1987 y con el objetivo de visibilizar y jerarquizar los mejores espectáculos de teatro y danza en nuestro país, decidió por consenso entregar el Premio Villanueva 2014 a los espectáculos para adultos El Tío Vania, del grupo Argos Teatro con dirección de Carlos Celdrán y  El irrepresentable paseo de Buster Keaton, de Teatro de las Estaciones con puesta en escena de Rubén Darío Salazar; así como a la pieza Posible Imposible, coproducida entre la compañía Memory Wax de Suecia y Danza Teatro Retazos de Cuba con coreografía de Miguel Azcue. De igual modo, les fue conferido el Premio, en el apartado de teatro de figuras y para niños y jóvenes, a las obras La muchachita del mar, del Teatro de Títeres Retablos con dirección de Christian Medina, Gris, de Teatro Tuyo con puesta en escena de Ernesto Parra, y Cuento de amor en barrio barroco, también de Teatro de las Estaciones y dirección de Salazar.

Merecieron, asimismo, el Premio Villanueva de la crítica las obras extranjeras Soma Mnemosine, de Teatro La Candelaria, de Colombia con puesta en escena de Patricia Ariza; Lorca-Aleluya Erótica, del colectivo XPTO de Brasil, bajo la dirección de Oswaldo Gabrieli, y Hamletde Teatro El Globo, del Reino Unido, con la dirección de Dominic Dromgoole. También se alzaron con el galardón las piezas Sombrerísimo, del Ballet Hispánico de New York, de los Estados Unidos, una coreografía de Anabell López Ochoa, y Tango, del Ballet Estable del Teatro Colón, de Argentina, con coreografía de Lidia Segni.

Se decidió, igualmente, otorgar reconocimientos a las puestas La panza del caimán, de Mario Junquera y su Teatro del Espacio Interior; Aleja a tus hijos del alcohol, del Proyecto A.T.H.A con puesta de José Ramón Hernández; Semen, del grupo El Portazo con dirección de Pedro Franco; Idomeneo, de William Ruiz con Teatro Mono; El millonario y la maleta, de Freddys Núñez Estenóz con Teatro del Viento; Ay, Margarita, de Juan González Fiffe con Teatro Andante; y a la coreografía De qué está hecha tu casa, de Sandra Ramy, al frente de su colectivo Persona.

El Premio Villanueva 2014 se entregará el 20 de enero de 2015, a las 6.00 pm, en la Sala Villena de la UNEAC, como parte de las Jornadas Villanueva y en saludo al Día del Teatro Cubano.